Todo el tiempo se le ha considerado a la comunidad universitaria sancarlista, como una comunidad integrada por miembros que hacen uso de la razón, del pensamiento y quehacer positivo, a favor del bien común, como consecuencia de su preparación académica y científica.
El elemento perteneciente a esta comunidad pensante, no es el mismo en comparación con aquel que no ha tenido la oportunidad de estar en aulas universitarias. No quiere decir que seamos “clase aparte”, no, de ninguna manera, pero sí nos hacemos diferentes de los demás, porque llegamos a tener otra visión de la realidad en que vivimos. Y por esa misma razón, no debemos permanecer indiferentes ante situaciones que, en momento dado, le toca vivir a nuestro país, a nuestra Nación.
Nuestro país, nuestra gente, vivió una cruel guerra de 36 años, un conflicto armado interno al cual jamás debemos regresar. Han pasado más de diez años de la firma de la paz Firme y Duradera, y las cosas no han caminado sobre un sendero de rosas y claveles, al contrario, ese breve lapso, ha encontrado espinas y toda clase de obstáculos, para querer hacernos regresar a ese pasado reciente tan oscuro, triste y doloroso, para todos los guatemaltecos.
La paz en nuestra querida Guatemala está siendo sometida a las más duras pruebas. Y como universitarios estamos obligados a no perder nuestra memoria histórica. A conmemorar a todos aquellos valientes universitarios sancarlistas que ofrendaron sus vidas en ese tristemente célebre conflicto armado. Estudiantes, catedráticos y muchos miembros más, que cayeron abatidos por el único delito de representar a una comunidad pensante y luchar por el bien común.
Marvin Leonel Moreira Vidal
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